¿Por qué suelo trabajar con hilos finos?

En el mundo del amigurumi solemos pensar que seguir un patrón es garantía de que la pieza saldrá “igualita” a la foto. Pero la verdad es que hay un detalle que lo cambia todo: el grosor del hilo. Esa elección, que parece algo técnico, puede transformar por completo el resultado y darle otra escala, otra textura… incluso otro carácter.
Y es que, esto queda íntimamente relacionado con que si el amigurumi es «pequeño», no tiene por qué significar que tenga menos trabajo, os lo cuento:

Cuando empecé a tejer amigurumis probé diferentes grosores de hilo. Con el tiempo descubrí que, aunque todos tienen su encanto, los hilos finos se convirtieron en mis favoritos. No porque sean los más fáciles, al contrario, suelen requerir un poquito más paciencia, sino porque me permiten alcanzar justo el acabado que busco en el mis muñequines.
Una de mis razones más personales es que el hilo pequeño hace que el punto quede más compacto, con un aspecto más limpio y más definido. Además, al trabajar en una escala más pequeña, siento que puedo cuidar mejor los detalles y realizarlos justo como a mi me gustaría: orejas, bracitos, bordados y detalles en sus ropas o rostro, que a mi forma de sentir el tejido, siento que hacen que se vean más delicados.
Si me conocéis un poco y hemos hablado en alguna ocasión sobre mi trabajo seguro que os suena que os he explicado esto mismo lo de “yo no hago cosas muy grandes” y es que justo en esos pequeños detalles, es donde me gusta creer que mi forma de tejer cobra su personalidad. Con hilos finos puedo crear piezas de tamaño reducido que resultan prácticas, perfectas para estanterías de colección o que son incluso fáciles de transportar si quieres llevarlas contigo. Pero, al mismo tiempo, si el patrón lo permite y buscáis cosas mas grandotas, siempre puedo realizar modificaciones para hacerlo todo -un poquito más grande- sin perder esa sensación de delicadeza en el resultado final.

Tejer con hilos finos hace que el avance sea más lento y cada punto parece pedir un poco más de atención. Pero yo disfruto de ese proceso. Para mí, dedicar más horas a un amigurumi no es un inconveniente, sino parte del valor de la pieza final que os lleváis con ustedes.
Al final, lo que busco es que cada amigurumi tenga un aspecto pulido y bien terminado. Con hilos finos logro superficies uniformes, detalles definidos y un resultado que me permite sentirme satisfecha de haber entregado algo que yo misma querría para mi.
Podría decir que los hilos finos se han convertido en mi sello personal. Y ojo, no porque sean mejores que otros grosores, sino porque me ayudan a expresar lo que quiero en cada creación: amigurumis detallados y con una presencia delicada.

Si nunca has trabajado con hilos finos, te animo a probarlos en algún proyecto pequeño. Al principio puede parecer más tedioso o incluso un poco más exigente, pero también descubrirás la satisfacción de ver cómo un mismo patrón se transforma en algo diferente. Tal vez no se conviertan en tus favoritos, ya que cada persona que teje tiene su propio estilo y aquí no juzgamos, pero sí te permitirán explorar nuevas posibilidades y enriquecer tu forma de crear.
Al final, de eso se trata el crochet: de experimentar, de encontrar lo que más disfrutas y de dejar que cada nuditos que vas formando al tejer, hable por ti.